Noviembre

El atardecer ha llegado. Y desde el ventanal observo discretas nubes de algodón que se alimentan de los violetas de un sol que quiere acostarse pronto. El mar sigue siendo igual de azul, y de infinito.

Y Noviembre está de visita. Puede que se quede unos días, puede que un mes. Mientras se acomoda el escote de sus aires casi fríos, vuelvo a pensar si mi habitación seguirá siendo tan pequeña como tus verdades, aquellas que me contabas, y sonaban a fascinantes –lástima que ya nadie las cree-.

La luz se toma más paréntesis a la espera del próximo invierno, y la oscuridad de la noche desea alumbrar mis días en los que pienso en lo que pudiéramos haber sido… Si no fuésemos, como somos.

Tengo que confesar, que tras noches en vela he llegado a encontrarle el placer a esta nostalgia que siento por ti. Tan bien se me da extrañarte, que tu recuerdo lo cocino en su justo punto de sal: ni demencial ni cuerdo, ni excesivamente quemado, ni sangrante por tu olor.

Ahora toca ponerme el pijama, mientras mi alma sigue desnuda, esperando que en estos cinco minutos de crepúsculo, no aparezcas a la sombra de mis sueños. La noche de Halloween ya pasó, y ahora mis santos desean descansar de tus besos, de tu sonrisa…Y de tu adiós.

He vuelto a llegar tarde.

Se me hizo de noche,

escribiéndote, a ti…

… que nunca, me lees.